El próximo mes de febrero saldrá publicada mi última libro "El caso del mago ruso", con Ediciones B. El personaje de la historia fue un antepasado mío, que fue Jefe de la Brigad de Investigación Criminal de Madrid, a principios del siglo XX. Se le conoció como el Sherlock Holmes español. Pero mejor les dejo la introducción que escribió mi hijo como prólogo de la novela. Espero que la disfruten.
Buenas lecturas.
IN MEMORIAM
Insuflar vida a un personaje de
ficción no es fácil. Aquellos que nos dedicamos a jugar con las palabras y a
meternos en los zapatos de otras personas lo sabemos bien. Un personaje de
ficción debe parecer real. Debe estar marcado por su pasado y albergar la
esperanza de tener un futuro, como cualquiera de nosotros.
Quizá por ello, lo mejor que le
puede pasar a un escritor es que un personaje de ficción le sea revelado por
las vías no tradicionales. Por ejemplo, diseccionando las tripas de carpetas
corroídas por el tiempo y documentos manchados de una historia que hiberna en
un cajón, o a través de fotografías de familia, en las que desconocemos quién
es ese tipo de barba y pajarita que, con gesto hosco, parece sonreír
tímidamente ante la cámara.
Cuando hace dos años, Patrick
Ericson (pseudónimo adoptado por mi padre, autor de este libro) descubrió
la vida y obras de nuestro antepasado Ramón Fernández-Luna Pavis, creyó haber
encontrado a ese personaje que busca todo autor (y al que terminaría
convirtiendo en protagonista central de esta novela, El caso del mago ruso).
Sin embargo, la historia de este
sagaz jefe de policía permanecía latente en su interior, desde mucho tiempo
atrás. Y es que, me consta que ellos ya se conocían: Tanto su padre, como sus
tías Concha y Anita, ya se habían encargado de transmitirle desde niño las
andanzas de aquel “Sherlock Holmes” español, como fuera denominado por la
prensa de la época. Aunque, como suele ocurrir en estos casos, mi padre acabara
desechando estas historias por no considerarlas más que habladurías, exageraciones
que las familias se permiten, en ocasiones, para hablar con decencia de sus
antecesores. Pero éste no era el caso. No eran simples batallitas.
Ramón Fernández-Luna fue, en efecto,
el reputado jefe de la Brigada
de Investigación Criminal en Madrid, a principios del siglo XX. Y, más tarde,
un oficial denostado por sus tendencias liberales y por sus constantes
enfrentamientos con los responsables de seguridad de Primo de Rivera. Entre
1913 y 1923, fue el encargado de resolver importantes casos de la policía como el
crimen de El Federal, el caso del Capitán Sánchez (del que Vicente
Aranda se valió para rodar un capítulo de la serie de TVE de los ochenta La
huella del crimen) o el robo del Tesoro del Delfín, a través de
métodos poco ortodoxos para la época, como podían ser disfrazarse de mendigo o
de chulapo para introducirse en los ambientes criminales.
Aunque, su caso más afamado (y por
el que nunca pasó a convertirse en celebridad), no es otro que el de la
frenética persecución y posterior detención del criminal de guante blanco
Eduardo Arcos Puch, apodado “Le fantôme” por la prensa gala; y en el que años
más tarde se inspirarían Marcel Allain y Pierre Souvestre para dar vida a su
personaje literario Fantômas.
Nuestro comisario terminaría su
trayectoria profesional en la policía en 1923. El mismo año en que decidió
fundar el Instituto Fernández-Luna, una de las primeras agencias de detectives
de este país.
Las necrológicas hablarían de él
seis años más tarde. De forma muy somera y discreta. Al contrario que los
criminales que él encarceló, su nombre caería en el olvido... hasta ahora. Patrick
Ericson no llegó nunca a conocer a esta persona, pero gracias a sus
investigaciones y por medio de esta novela, todos podremos conocer al
personaje. Y es que, ser convertido en un héroe de ficción por alguien de tu
propia descendencia, parece una buena forma de hacer justicia.
ERIC LUNA